Catedrático de la Normal Superior de Yucatán se niega a mantener a su hijo
MÉRIDA, Yucatán.- Nada más alejado de la justicia que el nombre que ostenta Ammurhabi Aguilar, catedrático de la Escuela Normal Superior de Yucatán (ENSY), quien desde hace cuatro años le regatea la pensión alimenticia a su hijo menor de edad.
Fue más fácil descifrar la escritura cuneiforme del Código de Hammurabi que lograr que el Ammurhabi yucateco pague los mil pesos que aporta a la semana sin causar conflictos.
Como catedrático de tiempo completo en la ENSY su sueldo debe rebasar los 30 mil pesos más prestaciones como vales de despensa, primas y otros ingresos, y si de justicia hablamos, los 4 mil pesos que aporta al mes no representan para nada el 30 por ciento de su sueldo que por elemental justicia debería dar para la manutención de su hijo, actualmente de ocho años.
A veces lo que aporta no llega ni a los mil pesos y se indigna cuando le reclaman que no el monto no está completo.
La ley establece que la pensión alimenticia debe ser acorde con el nivel de vida que llevaban los menores cuando vivían con el padre y la madre. Es decir, que si el menor asistía a un colegio particular y recibía servicio médico de gastos mayores, en caso de separación el ex cónyuge obligado a dar pensión tendrá que mantener ese nivel de vida y bienestar de los hijos menores de edad.
Aunque la separación de Ammurhabi y su ex pareja C.G.L. ya tiene cuatro años, hasta la fecha el sujeto no ha querido tramitar el divorcio ante un juez, pues no quiere que la justicia lo alcance. El individuo insiste en que la separación de haga mediante conciliación para que él pueda imponer sus condiciones. Ya ni la ley del talión era tan brutal como el desprecio que Ammurabi tiene por el bienestar de su hijo.
Casi quedó petrificado como la estela donde escribieron el Código de Hammurabi, en la antigua Babilonia, cuando se enteró que tendrá que pagarle un salario mínimo a su ex pareja durante nueve años, que fue el tiempo que vivieron juntos y en los que ella no trabajó profesionalmente por dedicarse a las labores del hogar.
Las lágrimas de su llanto formaron ríos tan caudalosos como los de Babilonia, y en su obstinación por, según él fregar a su ex pareja, se pierde los mejores momentos del crecimiento de su hijo.
De un tiempo a la fecha, cuando supo que su ex pareja quiere tramitar el divorcio, dijo que no aportaría ningún peso y lo ha cumplido, pero olvida que el dinero que aporta es para la manutención de su hijo, quien come tres veces al días, asiste a la escuela y tiene otros gastos propios del crecimiento de un ser humano.
Es grave que una persona tan preparada como Ammurhabi Aguilar, quien incluso tiene maestría y doctorado, se comporte como un troglodita, como un hombre de la edad de piedra, donde no había justicia y prevalecía la ley del más fuerte, del más patán.
A continuación ofrecemos unas capturas de pantalla para que la gente sepa el nivel de persona que es este Ammurabi yucateco, quien por cierto es de conocida familia de Conkal.