El legado cerverista malbaratado por sus propios hijos
Ignorantes del valor que tenían en sus manos, prefirieron subastarlo en un mercado de pulgas que ser los guardianes eternos.
MÉRIDA, Yucatán.- Víctor y Felipe Cervera Hernández son como dos juniors sin oficio ni beneficio que malgastan la herencia que les dejó un esforzado padre, que supo venir desde abajo para llegar hasta lo más encumbrado de la política en Yucatán.
Nacidos en cuna de oro y con todos los privilegios que les dio ser hijos de un político triunfador, no provienen de la cultura del esfuerzo, tuvieron todo sin pedirlo, por eso no puede tener la sensibilidad social de su padre, que jamás militaría en un movimiento político donde roban, traicionan y le mienten a la gente.
De haber querido ser populista, Cervera Pacheco se hubiera ido con la Corriente Crítica que derivó en el PRD y posteriormente en el movimiento mesiánico de López Obrador.
Víctor y Felipe son como aquellos hijos que encuentran frente a las pertenencias del padre fallecido, y no saben qué hacer con ellas. Sin saber el valor, se deshacen de las cosas sin importarles sin son reliquias de mucho valor. Las mal venden, las malbaratan.
Prefieren malbaratar el capital político de su padre que ser sus guardianes. Ignorantes del valor que tiene lo venden al mejor postor, lo subastan en un mercado de pulgas, en un tianguis de baratijas.
El cerverismo no merecía tal epílogo y menos que los verdugos fueran sus propios hijos.