Hazaña de ajedrez en Mérida: a ciegas vence a siete rivales
MÉRIDA, Yucatán.- Si jugar rápido y bien ya es mucho pedir en el ajedrez, imagínense hacerlo sin ver piezas ni tablero. Pues aunque muchos se nieguen a creerlo, a menos que lo vean con sus propios ojos, esa proeza tuvo lugar siete veces el pasado martes por la noche en el café “Estación 72”, ubicado en los cruces de las avenidas Colón y Reforma y sede del club “Amantes de Caissa”, que a pasos agigantados se convierte en un punto de referencia del juego ciencia meridano.
El protagonista de esta historia, que merece ser bien contada, es el múltiple campeón de Yucatán, Gonzalo Alberto Navarrete Méndez, quien desde este año ostenta el largamente buscado título de Maestro FIDE. Los duelos fueron acordados a un ritmo de 15 minutos por jugador para toda la partida.
Un enigmático empresario que se hace llamar solo como “Mefistófeles”, propietario del local donde se gestó el alarde de concentración mental, fue uno de los más asombrados por las sesudas, precisas maniobras tácticas de Gonzalo, también conocido como “Monstruo”.
El ingeniero Víctor Manuel Noh Calderón, principal organizador del evento y a quien le está gustando mucho la promoción de la milenaria disciplina, fue uno de los primeros caídos ante las combinaciones del monarca, que incluyeron sacrificios al por mayor, varios de los cuales tomaron por sorpresa a los asombrados antagonistas del Maestro FIDE.
Antonio Güémez Yniesta y Mario Palacios fueron otros de los que mordieron el polvo ante un inspirado Gonzalo. Sólo el octavo y último de los contrincantes del “Monstruo”, Roberto Zacarías Rodríguez, pudo obligarlo a inclinar su rey, no sin antes sortear peligrosas celadas que le puso Navarrete.
La peculiar cita fue organizada para recabar fondos para que el campeón estatal juntara recursos para inscribirse en el torneo internacional “Carlos Torre Repetto In Memóriam”, el cual se efectuará, del 17 al 21 de diciembre, en dos sedes: los hoteles “El Mirador” y “Los Aluxes”. Fue un éxito rotundo, pues se recabaron suficientes recursos para que el autor de la hazaña se inscribiera de una vez.