Ociosos bajan los switch de las casas en Ciudad Caucel, por lo general en las noches
MÉRIDA, Yucatán.- Desde el año pasado en la zona de Sian Ka’an II Ciudad Caucel, se desconoce si son niños, adolescentes o alguna persona mayor, que pasa e intencionalmente baja los switch de electricidad de las viviendas.
Los horarios varían, usualmente es de la tarde noche, incluso a medianoche o en la madrugada.
Lamentablemente, de acuerdo con la versión de un vecino que tiene un comercio, son varias casas con el mismo problema, incluso algunos comercios de la zona que tienen neveras han llegado a su local y encuentran sin energía sus establecimiento y descongelados sus neveras y/o refrigeradores
«Se desconoce si esto es un juego o alguna artimaña de algún sujeto que está sondeando qué casas están ocupadas o no, al final uno desconoce las artimañas de los vagos que no trabajan, pero si desean los bienes del prójimo», comenta uno de los vecinos.
Uno de los agraviados dijo que en el transcurso de este semana ya les sucedió en tres ocasiones que les bajan el swich, y anoche se vieron obligados a llamar a la SSP para que quede evidencia o para saber quién es el ocioso.
«Hay una cámara de la SSP, pero nos dijeron que es otra su función, que si yo voy a pedir el vídeo de algún vecino, o nosotros tenemos una cámara, podemos ir a la Fiscalía a levantar la demanda», indicó.
«Hemos tenido la mala suerte de que se queme una televisión (la reparación corresponde al valor de una TV nueva) y un refrigerador», lamentó.
En su queja el agraviado mencionó también:
-Lo increíble es la apatia de la policía. ¿Para qué se gasta en cámaras si al final uno tiene que estar buscando evidencias para demostrar que existe un delito?
-Incluso el oficial afirmó que en otra parte de Ciudad Caucel se confirmó que unos jovencitos estaban vandalizando, que solo los llevaron a su casa y les llamaron la atención a los papás, la pregunta es: ¿quién paga los resultados de sus actos? ¿Dónde está el respeto al derecho ajeno?
-Hoy nos está pasando aquí en la zona, mañana, quién sabe dónde.
